¿QUE RAYOS PASA EN EL LUGAR ''NO COMÚN''?
- Fundación La Reliquia

- 9 ago 2023
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Actualizado: 9 ago 2023

¿Qué rayos pasa en el lugar “no común”?
Tonadas de amor y física cuántica; fundamento del trabajo comunitario en Reliquia.
No ha de ser muy lógico que empiece un escrito tan “objetivo” describiendo lo que ha sido para mi vida el despertar de mi conciencia. Pero quisiera al menos sugerirlo, porque desde esta experiencia rezuman mis principales apuestas en el mundo como madre, profesional, amiga, amante, diosa, bruja; en fin, como mujer.
Hace varios años el amor llegó a mi vida y por ser una historia fuera de lo convencional me condujo por parajes muy misteriosos e incógnitos de mi interior y del universo. Me abrió portales, sensaciones y certezas que jamás hubiera imaginado, sobre todo porque en esta historia no ha existido experiencia física alguna como las que suceden entre los amores convencionales. A este espacio raro, los dos optamos por llamarlo “el lugar no común”. Desde entonces, el amor me habló del poder creador de su energía que traspasa las barreras de lo que hoy conocemos como tiempo y el espacio. Me enseñó que no solo hay un más allá sino un más atrás
y del poder que tenemos todos a través de nuestros pensamientos para crear la realidad que se manifiesta. En fin, con mis ganas de saber qué era todo esto tan nuevo y toda la transformación que me estaba ocurriendo, me topé con lo que muchos místicos y científicos convergen al ser sacudidos en lo esencial: el descubrimiento del mundo interno y su sincronía con el acontecer del universo, que al fin de al cabo, son la misma cosa. Este recorrido me ha llevado a integrar mis resquebrajadas argumentaciones científicas con algunos de los aportes de la sabiduría oriental (taoístas y budistas), hindú, de los indígenas y su medicina ancestral y otras filosofías más convencionales. Por tanto esta historia, por demás absurdamente mágica, de la cual no ofreceré detalle alguno, será el riel por el que discurren todos mis asombros y mis actuales apuestas en lo espiritual, científico, social, académico y profesional .
Con el tiempo, y con mucha dificultad para una minerva tan racional como yo, me permití abrirme al instinto que, desde entonces, es el lugar donde procuro entonar mis acciones para comprender e intervenir en el mundo y buscar mi propia totalidad. Sin embargo algo faltaba, no estaba tan cómoda, tenía que encontrar elementos que complementaran este conmovido y rebelde espíritu científico. Al respecto, me topé con las iniciativas, los avances, las preocupaciones de la física cuántica y, desde allí, sentí que algo importante podría pasar, por lo menos en principio, para mí. Estaba encontrando mi lugar.
Por ello, a continuación se halla usted ante un texto tejido con algunos de los fundamentos científicos del paradigma emergente, que encuentra en la física cuántica su principal fuente de financiación teórica y experimental y su correspondencia con los objetivos que persigo para una comprensión de algunos de los fenómenos misteriosos en las relaciones , sobre todo , las que están atravesadas por la experiencia del amor .
Así mismo, contemplar lo que desde ahí se puede derivar hacia el trabajo humanitario, particularmente desde los fundamentos del espíritu científico en el nuevo paradigma, fundamentados en la fuerza transformadora del amor, empezando por el propio. Al respecto, usted encontrará tres secciones a través de las cuales se irán develando mis hallazgos y motivaciones.
Antes de iniciar, siento mucho si mi estilo narrativo puede resultar incómodo para algunos de los académicos que entren a mis líneas. Lo entiendo, no es lo común por ciertos rincones de la academia, sobre todo la tradicional. Pero inevitablemente, hacerlo así, casi a través de la sátira, la poesía y la gracia, me resulta todo un ejercicio emancipatorio y profundamente sanador. Es decir, este trayecto académico no es un problema de vanidad intelectual sino una decisión por hacer de una historia de vida, una experiencia existencial y de gran intensidad, una provocación para la trascendencia, el servicio y el amor.
En este trayecto, les comparto la sorpresa, el interés, y deslumbramiento de los descubrimientos que pongo a su consideración.
¿Qué es lo nuevo? El bicho raro
Tal vez sea muy tentador, como le pasa a ciertos “auto” llamados gurús, querer hacer denominaciones de asuntos que están empezando a estar de moda como la física cuántica, el nuevo paradigma y la nueva era. Es usual que por la vanidad, se terminen prostituyendo líneas o tendencias de trabajo que tienen tanta firmeza y esfuerzo en su contenido como en sus apuestas científicas. Están ganando fuerza porque son áreas de formación no sólo profunda sino necesaria para los desafíos que hoy enfrenta el planeta. Por ello, en relación con “Nueva Era, El Nuevo Paradigma y la Física Cuántica”, con responsabilidad y emoción, presentaré algunas reflexiones de ciertos.
teóricos que pretendo enriquecerlas con lo poco que he conquistado desde mi “nueva mirada”. Para empezar, el nuevo paradigma está relacionado para muchos expertos, entre los que cito a Capra con la “Nueva física”, la cual está caracterizada por tres dimensiones: la “orgánica, holística y ecológica” (Capra, 1981, p. 40). Pese a que cada una de estas particularidades tiene unos desarrollos conceptuales propios, en las tres convergen principios de totalidad, sencillez, integración, equilibrio, interdependencia y no linealidad y misterio. Estas propiedades, a su vez, dan los cimientos para el desarrollo científico de la teoría de sistemas, en la cual el mundo no es una retahíla suelta de retazos sino una unidad total e indivisible, en la que sus partes tienen una ceñida vinculación.
En este sentido, según Capra (1981), la física moderna considera que la materia así como la naturaleza no está conformada de componentes aislados. Se trata por el contrario de una red compleja de relaciones entre las diferentes partes de un conjunto unificado.
Heisnberg en Capra (1981) lo describe con las siguientes palabras:” el mundo se parece a un complicado tejido de acontecimientos en la que toda suerte de conexiones se alteran, se superponen, o se combinan, y de ese modo determina la textura del conjunto” (Capra, 1981, p. 42).
Ahora bien, Splangler (1991), me permite hacer un alto, paro introducir otro concepto muy trajinando, pero no por ello irrelevante: la Nueva Era. Con él queda claro que aquello que hay que integrar bajo este camino es también sustentado en la dualidad. Es decir que para alcanzar el equilibrio o la totalidad, es necesario integrar lo que negamos con lo que ambicionamos, o dicho de otro modo, poner en diálogo nuestras luces y sombras, las cuales se manifiestan en todas nuestras relaciones. Por tanto, la nueva era es el camino del centro, del equilibrio a través de la danza entre el ying y el yang. Desde este mismo autor, la Nueva Era es parte complementaria o resultante – habría que ver- de esta tendencia de la nueva física. Así mismo, subraya que el fundamento de esta corriente ojalá se sustentará cada vez más, en el amor compasivo, trascendencia de la conciencia, y con alta responsabilidad social, las tres fundadas inicialmente en uno mismo, pero extensivas a los demás. A este tránsito del trabajo interior en lo individual a lo colectivo, le llama “ la iniciación del Ser Humano en un Ser Planetario” (Splangler, 1991, p. 23)
Sin embargo, Spangler (a quien de aquí en adelante llamaré mi primer mejor amigo, mi casi hermano) me dio un pellizco pedagógico en las nalgas, me permitió darle voz a un acontecimiento que me llamaba la atención, al punto de ser de vez en cuando un mosquillo molesto. Me disculparan, pero mi trabajo espiritual, aunque duro y constante, dista aún de alcanzar la iluminación.
A continuación mi piquiña: se trata de una tendencia de los seres, que casi como autómatas repeti-mos y emula-mos en piloto automático, ser la propia divinidad, muy obsesionados con cuanto taller o curso de yoga, reiki, meditación, o taller de ángeles se nos presente, a los que hay que asistir siempre de color blanco, porque hay que conseguir a toda costa ser prospero, espiritual y creativo, alcanzar la divinidad. Y bueno, en verdad, es que si la divinidad o Dios habita en cada uno, vaya si me costó integrarlo. El problema es que el sentido profundo de este camino se nos está embolatando, fundamentalmente porque nos estamos reafirmando ser Dios, con todo tipo de literatura y mercado, porque para colmo de males, se convirtió en un comercio de prácticas milenarias de un alto sentido de conexión con el universo, como el yoga o el reiki, en asuntillos enseñados en masa para recuperar la belleza, o retrasar el envejecimiento, donde no se si distinguen si el mantra Om Mani Padme Hum es de Buda o de Obama.
Entonces toda esta pantomima para alcanzar ser el todo poderoso y seguir sentándonos entre nuestros egos y vanidades desde donde señalamos con aires de gurú -con la ceja parada- quienes van o no van por el “buen” camino. Tan parecida esta realidad a lo que pasa con ciertas religiones, pero puede que esté confundida, ¡pues en verdad esas cosas tan turbias y contradictorias nunca pasan! Sin embargo, el pellizco- de mi nuevo gran amigo- no acabó allí, las palabras que cito a continuación, le dieron el sustento que necesitaba para mis pretensiones de trabajo humanitario animadas por esta historia:
“El desarrollo personal es importante, pero al esencia de la Nueva Era (…) es el aumento de responsabilidades que van más allá de uno mismo, para abarcar y aumentar las capacidades y posibilidades de los demás. (…) La Nueva Era (…) es el aumento de capacidades, es un medio para un fin, no es el fin en sí mismo. Quien dice “Soy Dios” debería, pues, ser consciente de que aquello que trata de emular y de encarnar no es un creador todopoderoso, sino un ciervo compasivo y entregado, un protector de toda vida, que vive y trabaja en medio de lo corriente y de lo aparentemente trivial y que es, en su amor el más vulnerable y accesible de los seres” (Spangler, 1991, p. 24)
Por lo anterior, todo aquello o aquel que se mueva desde estos planteamientos de la física moderna, teoría de sistemas, o la nueva era, -sin que sea lo mismo ninguna de las tres, pero se nutren mutuamente-, generalmente se caracteriza en otras cosas por reflejar en sus apuestas fundamentales, en sus creencias y acciones, los quiebres o resistencias a los modelos mecanicistas o lineales desde donde se bebe el mundo como herencia de la era Cartesiana o física mecánica.
Quien lleve la bandera del nuevo paradigma, ha de ser alguien que a toda prueba esté haciéndose reflexiones existenciales de sentido, que ponga en tela de juicio los modelos predominantes del funcionamiento del mundo. Ha de ser alguien muy exigente en su coherencia entre lo que es como ser humano y sus acciones, empezando fundamentalmente, por las más cotidianas, ya que si se quiere trascender en conciencia, es fundamental auto-observarse permanentemente, disciplinar la conducta, procurarse la mirada integral de los fenómenos que observa, que brille en silencio por su humanidad y su humildad . En últimas, es sentirse como un ¡bicho raro! Si usted se siente así, ¡bienvenido al clan! Hasta el momento, el proceso ha sido un poco a la inversa, teniendo todas las repercusiones sobre nuestros sistemas de vida, empoderando solo a unos cuantos con la “autoridad del conocimiento”, estableciendo mucha rigidez en la interpretación del funcionamiento del universo, descartando en gran medida, el reconocimiento de los saberes ancestrales “subjetivos” indignos de la ciencia. Pero esto, felizmente ha tenido un renacimiento, que paradójicamente proviene del regreso al resplandor del medioevo quienes manifestaban en sus modos de vivir una sincronía mayor con el funcionamiento del universo, de la naturaleza y sus misterios. Por aquel momento se reconocía el poder y sabiduría guardado en las plantas, en el cielo, en el agua. El interés que, según Capra (1981), estaba orientado a comprender el mundo, no predecirlo, ni mucho menos controlarlo. Tal vez, por ello, el nuevo paradigma, no es tan nuevo. Estamos desempolvando lo esencial, que retorna ante nuestra vista a través del instinto (llevando la mano al corazón), en modos tan sencillos, bellos y cotidianos que son difíciles de creer. Me refiero al misterio escondido en la naturaleza y el poder creador del amor, entendido este como esa energía transmutadora que sustenta todo cuanto existe, el cual choca de frente con la lógica de la ciencia cartesiana donde todo conocimiento para que sea válido debe sustentarse en el excesivo rigor inflexible de los datos y la verificación. Como consecuencia de mi mente tan cartesiana (porque nadie se escapa a esa fractura), mi despertar de conciencia se volvió aparatoso. Dos razones lo explican. La primera, porque cómo podría esto provenir de una historia de amor, ocupando un lugar en mi existencia al que he denominé “no común” en el que sucedían todo tipo de cosas incomprensibles. Pero cómo podía pasarme esto si me había acostumbrado a que amar era otra cosa.
Y la segunda, porque me invitaba a recuperar, la fe, el instinto y los sentidos para ver con otros ojos. Por tanto, la física cuántica, fue el lugar desde donde senté las bases para vivir esta historia y ampliar el panorama con mayor claridad. Aunque el tiempo me terminó mostrando que hay experiencia que ni a la física responde, por ello, es mejor rendirse y saberse con humildad, como parte de algo más grande.


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